Escritura Creativa, Viajes

La vida en el avión


Una de las prácticas para estimular la escritura creativa propuesta por Natalie Goldberg en su libro Writing Down the Bowns consiste en escribir en diferentes lugares, evitando caer en la rutina de escribir siempre en un mismo lugar y bloquear nuestra creatividad.

Ni bien leí la actividad pensé en todos los lugares en los que había escrito alguna vez. Por suerte eran varios. Escribí en playas, en todos los ambientes de mi casa (menos en el baño), en los recreos de mi trabajo, esperando para entrar a mi clase de yoga, en pubs, cafés y hostels.

Nunca había escrito en un avión y es muy divertido hacerlo. Podría parecer que no hay mucho para contar, sólo describir la imágen de un puñado de seres humanos sentados y apretujados esperando que el vehículo aterrice para largarse de allí. Esque el avión es un lugar de paso, pero tiene vida propia y una historia que contar. El avión es un lugar que muchos aman pero no por su vuelo en sí, sino por las posibilidades que ofrece volar, llegar a un nuevo destino, conectar dos puntos lejanos, unir dos mundos. Para otros es símbolo de libertad, la conquista del cielo, la mayor perspectiva, la amplitud, la lejanía, la sensación de convertirse en pájaro.

la-vida-en-el-avionEs muy curioso cuando uno se levanta de su asiento para ir al baño y ve la vida de los demás pasajeros. La imagen cambia según el destino, el horario del vuelo, la región por la que se viaja.

Por ejemplo, en un vuelo por Europa, desde Dublin hasta Sicilia, pleno verano y vacaciones escolares, el avión va repleto de niños. Se escuchan gritos de un bebé que llora cada 15 minutos, en la fila de asientos número 26 una nena tiene su bandeja desplegada y construye un LEGO mientra su hermanita escucha música en su iPod. Hay dos nenes parados en el pasillo, mirando un papel que sostiene quien parece ser su madre.

Casi todo el resto de la tripulación duerme o intenta hacerlo, ya que el vuelo salió temprano. La posiciones para dormir son de lo más variadas. Algunos ligeramente inclinados, con la cola en el borde del asiento y las piernas cruzadas y estiradas al máximo por debajo del asiento. Otros duermen sentados completamente, con la cabeza erguida, los brazos a los costados y las manos apoyadas sobre los muslos. Están los que inclinan la cabeza levemente hacia un costado y la apoyan sobre la palma de la mano del mismo lado, previo a apoyar el codo sobre el apoyabrazo. Hay quienes están sentados pero con todo el torso, incluso las piernas, inclinados unos 30-40° hacia un costado. La posición más rara es la de una mujer que desplegó la bandeja para comer y se inclinó hacia adelante con sus antebrazos y codos apoyados en la bandeja y la cabeza entre ellos. Los que tienen el asiento de la ventana tienen un cierto privilegio ya que pueden apoyar la cabeza allí. Lo mismo ocurre con los que viajan pegados a un amigo, novio o familiar que les presta el hombro de almohada. Por último, los reyes de la fortuna son aquellos que no tienen a nadie al lado y se pueden recostar transformando los 3 asientos en una hermosa cama de media plaza. Ni hablar si además de tener esta suerte, fueron lo suficientemente vivos como para traer almohada, frasada, medias gruesas y cubre ojos. Son LOS reyes del avión. Y si en una de esas tienen un poco más de suerte y les entra un rayo de sol que les da justo en la cara, calentado justo el último retazo de piel que quedaba frío, entonces se convierten en DIOSES del avión.

Por último, los que no duermen leen, la mitad desde su Kindle o libro electrónico y la otra mitad sigue eligiendo libros de papel, reales.

Yo en cambio: observo, escucho y escribo…