Una de las cosas que disparó mi impulso de escribir fue los #30diasdeescribirme propuestos por Aniko Villalba, una viajera y blogera que sigo mucho y me inspiró en esto de la escritura creativa. #30diasdeescribirme consiste en una serie de disparadores para escribir todos los días durante un mes. Es una manera de uno obligarse a escribir todos los días, sin excusas del estilo “No sé sobre qué escribir” o “No se me ocurre nada”. Recomiendo mucho esta actividad a culquiera que tengas ganas de ejercitar su escritura o a quienes sientan que están bloqueados a la hora de escribir (Así como también recomiendo leer El Camino del Artista de Julia Cameron. Pero eso merece una nota aparte que pronto publicaré).
El Día 1 de los #30diasdeescribirme propone escribir acerca de porqué escribimos. No me alcanzaba la fuerza de los músculos de mi mano para plasmar en esa hoja todo lo que se me venía a la mente cuando pensaba esa pregunta.
Así, lo primero que escribí fue el recuerdo de que 5 años atrás mi papá me había regalado un cuaderno de hojas amarillas, de esas ecológicas, para que escriba cada vez que estaba ansiosa o angustiada. Automáticamente pensé que papá era una persona muy sabia, aunque quizá también estaba un poco cansado de escuchar el llanto de su hija demasiado mujer, cíclica por naturaleza. Pero ahí no empezó todo. Después se me vino a la mente que ya siendo niña escribía, tenía un diario íntimo, de esos que vienen con candado y llave. Varias veces lo releí de grande.
Escribo porque escribir me relaja. Escribir per sé, es decir, el acto de tomar con mis dedos una lapicera y deslizar su punta sobre un papel generando primero líneas que luego se hacen letras para formar palabras, me calma. Así como me relaja pintar Mandalas y dibujar con el método Zentangle. Podrá parecer gracioso, pero cuando estudiaba en la facultad era fanática de hacer resúmenes y dibujos de lo que leía. De esta manera, aliviaba la ansiedad típica previa a rendir un exámen.
Una vez escuché que la posición del dedo pulgar e índice ayudan a generar estados meditativos. Luego en yoga me enseñaron los Mudras o Gestos que son posiciones, principalmente de las manos, que guían los flujos de energía de nuestro cuerpo y ayudan a canalizarla. Yo creo que todo esta relacionado con todo. Para mi escribir es una forma de meditar. Lo reafirmé cuando leí Writing Down the Bones de Natalie Goldberg, otro libro que también recomiendo para quienes disfruten como yo del arte de escribir.
Escribo porque me gusta que quede registrado lo que pienso, siento y vivo. Me gusta luego releerme, aprendo mucho de ello.
Escribo porque me gusta saber que puedo ir a un café y escribir, conectando dos de mis actividades favoritas.
Escribo porque lo que uno escribe queda para siempre. Es como la fotografía de nuestros pensamientos. Y me va a gustar cuando sea grande mirar fotos de lo que pensaba de joven. Así como también seguramente le divierta a algún nieto curioso leer las historias de su abuela. Yo que siempre revolví la casa de mi abuela Nucha en búsqueda de historias del pasado, hubiera dado cualquier cosa por encontrar fotografías de lo que la abuela pensaba.
Escribo porque siempre va a salir algo de escribir. No existe algo que esté bien o mal escrito, lo que existe es sólo ese momento en el que el presente unió a un ser y sus pensamientos con una lapicera y un papel y ese momento quedó allí plasmado para siempre.
Escribo porque es la mejor manera que tengo de conectar conmigo misma y con el presente.
Escribo por escribir. Porque encontré mi hobby y encima se puede hacer en cualquier parte.
Escribo porque escribir hace bien al espíritu, entonces nunca es perder el tiempo.-